lunes, 25 de octubre de 2010

La casa de la modelo

Hice éste breve relato en mi clase de Taller de Redacción I porque tenía que crear una historia donde los objetos fuesen capaces de hablar por sí mismos. Es una propuesta tan interesante y fantástica como el cuento de Mario Benedetti en el cual nos inspiramos: “Para objetos solamente”. Léanlo.

Gracias, Dios Benedetti.


Había, al menos, 25 gorros de ducha sin utilizar, guardados en un recipiente plástico sobre el lado derecho del lavamanos. También, un peine negro fino, un peine de madera, un cepillo grande, un cepillo de rosca, un cepillo de hebras finas y uno de hebras más gruesas, atados juntos con un cordón. Si se revisara la primera gaveta, se encontraría un tubo de crema a base de queratina, tres cajas de ampollas contra la alopecia y un tratamiento de cuidados intensivos para el cabello. En la siguiente, una plancha con placas de cerámica tamaño regular, un secador viajero, un secador profesional y una plancha tan diminuta como para llevarla en la cartera, todos con los cables enrollados como si tuvieran mucho tiempo sin usarse. Del lado izquierdo del lavamanos, estaba un cepillo de dientes y un envase lleno de pinzas plateadas con una crema de peinar encima.

En el espejo que estaba sobre el mesón, se reflejaba un calendario con los primeros tres días del mes de octubre tachados y la palabra “LISTO” escrita en el recuadro del día 31. Debajo del almanaque, el cesto de ropa sucia integrado únicamente por pijamas, ropa interior y toallas con manchas de vomito. A su lado, una bañera con centenares de cabellos amontonados en el desagüe y un champú y acondicionador casi llenos. Después, la poceta, sucia, manchada y atascada con una mezcla de excremento, sangre y vomito. Había una papelera entre el lavamanos y la poceta. Contenía pedazos de papel higiénico usado y bolas de cabello negro. El piso del baño tenía pequeños charcos de agua negra, como barro, y chiripas que se reparten entre suelo, techo y paredes.

Al abrir la puerta, se apreciaba un pasillo que conecta al baño con la habitación principal. Un cuarto de paredes blancas cubiertas por afiches de modelos y un gran espejo frente a la cama. A uno de los lados se la cama, se encontraba un enorme closet abierto atiborrado de ropa, zapatos y accesorios. Al otro lado, un mueble marrón de cinco gavetas. Sobre este, fotos enmarcadas de una muchacha cabello negro, largo y sedoso posando en la playa, en la pasarela y en muchos otros paisajes. Junto a él, un escritorio de madera con una lámpara encendida alumbrando hacia varias hojas. Eran cuatro hojas puestas una sobre otra, en la primera se podía leer: “Especificaciones del tratamiento quimioterapéutico”.

jueves, 21 de octubre de 2010

¿Qué habrá sido de mi mamá?

-¡Vecino! tenemos una vecina nueva, vamos a darle la bienvenida- dijo la señora Catalina mientras yo colocaba una nueva alfombra frente mi puerta.


No respondí. Mi vecina continuó hablando, así que lancé la alfombra al suelo y entré a mi apartamento dando un portazo. Afuera se oían sus maldiciones. No me importan. Me senté en el sofá frente al balcón, encendí un cigarrillo y contemplé desde la ventana a mi vecina nueva. Por supuesto que la conocía, era mi hermana.

Hace años, muchos, que las había dejado solas. La última noche que las vi, encontré a mi madre tirada en el mueble, maloliente, borracha y desaliñada con un hombre maduro manoseándole la entrepierna. Provocó tanta repulsión en mí, que la escupí en la cara y la maldije llorando. Me marché sin cerrar la puerta y cuando tuve el valor de voltear, vi a mi hermana, enmudecida mirándome. La recuerdo pequeñita, frágil y sumamente delgada, casi desnutrida, con el cabello enredado y con golpes en la cara. Por un momento estuve tentado de llevarla conmigo y alejarla de ese mundo de prostitución que le esperaba. Obviamente no lo hice, y todavía me arrepiento de ello.

Habían pasado algunas horas y yo seguía mirándola. Ahora estaba sentada en el piso, desempacando platos, vasos y cubiertos y colocándolos en un estante marrón. Podía ver todo lo que hacía, hasta podía leer sus labios mientras cantaba. Pude observar que su puerta principal estaba abierta y me dispuse a bajar. El ascensor no funcionaba, tuve que descender por las escaleras. Cada escalón me creaba una nueva expectativa: ¿Qué estaría haciendo? ¿Se habrá graduado? Para vivir aquí hay que tener plata, mucha, pensé. También deduje que no estaba casada porque no he visto a ningún hombre con ella ¿La mantendría algún mafioso? ¿Me reconocerá? ¿Qué habrá sido de mi mamá?

Cuando llegué me detuve frente al arco de la puerta. Se encontraba de espalda a mí, todavía ordenando algunas cosas. No hice ningún ruido y decidí esperar a que volteara. Permanecí inmóvil, con el corazón acelerado y sin poder controlar el temblor de mis rodillas. Se levantó por fin, cerró las cortinas de la ventana y se dirigió hacia la puerta. Me vio. Nos miramos por al menos 10 segundos fijamente. Luego, se acercó a mí y me habló:

-¿En qué puedo ayudarte?

-¿Sabes quién soy?

-No, disculpa.

-Soy tu vecino del edificio del frente, mucho gusto.

miércoles, 20 de octubre de 2010

venticuatrodeagostodedosmildiez

Esto tiene fecha de 24/08/10 y creo que no hacen falta más explicaciones. Lo acabó de encontrar en la memoria de mi computadora... y me gustó.

Nunca pensé que llegaría a esconderme para escribir. Amo escribir en un teclado. Mi depresión, poco a poco, está mejorando. Estoy sanando tranquilita, sin apuros, porque no tengo nada más que hacer. Abandoné (momentáneamente) el internet, el celular y el amor. He visto Volver como 6 veces, adoro a Penélope Cruz y esta película. También Glee.

Escondida también, me metí en mi blog: 150 visitas. Eso es como… 3 vistas más desde que me fui. Mi último cuento, Catarsis, no tuvo éxito (y no es que los otros sí, pero yo me entiendo) Le escribí algo bonito a Paya. Hace unas horas me dijo que mis cuentos “no le parecieron la gran vaina”. Coño.

Que bien me siento escribiendo

Estoy viendo (televisor prendido en mute) una película mala y vieja, donde aparece Kate Hudson. Pensé que me iba a gustar, pero es basura. La música me gusta. Es de un chamito de 15 años – ¡AY! ¡Me picó un bachaco!- Perdí la noción de la vaina.

Cada vez que me pasa algo que me revela lo cliché que soy, escucho la voz de Andrea diciendo: “predecible, predecible” en un tono que no es el de ella, pero es bastante molesto. No, no quiero hablar/escribir sobre mi depresión. Mañana voy al internista. Debo ser anémica, tener baja las plaquetas o algo, porque que esta debilidad es una ladilla. Por cierto, he estado (a excepción de los días fatales) comiendo mucho mejor. Urra por esta mami rica.

Volví a echarle un vistazo a uno de mis libros de autoayuda favoritos, uno que mi mama me regalo hace dos años (Sé que odian los libros de autoayuda y no me importa).

Odio no tener ñ en este teclado.

No me acordaba lo de pinga y poco pretencioso que es ese libro. La sencillez funciona, a veces no… Me acordé de Marelisa Gibson. Ella… no, no es simple, ni humilde. No sé porque la gente se sorprendió cuando no clasifico entre las 15 finalistas, la caraja no es tan bonita (e iba sobradísima) y, hablando claro, tenemos 2 coronas consecutivas… Pero, ¿Quién soy yo para criticarla? Hoy la bomba se la comió viva (Guilty pleassure)

Antes dije que era cliché, porque volví a leerme un libro que me encanta: Unisex. Carlos Flores. De la, PUTA COLECCIÓN QUE NO CONSIGO NI EN LA CHINA, de Leonardo Padrón: Llámalo amor, si quieres. Yo soy Carlitos, el gordito inconforme con baja autoestima, pero interesante, con bastante labia y creatividad, su amiga Adriana que se define como “la puta-bisexual-periquera”, su (ni tan) tonta novia Mónica y la leona. Jamás soy sus amigos Pipo y el otro de nombre extraño, ni las chamitas del CSI, ni la loca del blog que le dijo gordo, ni el amigo maricocloset, ni la puta triste, ni la de ratónmoral que sale al principio ni, mucho menos, la lindura de Kerly.

Yo pensaba que era única (como todos los demás, jaja) pero soy más cliché que corrupto en gobierno. Soy tan ese libro en algunos aspectos que no sé si me gusta identificarme con él o me desespera hacerlo. Escribir todo esto es medio spoiler (Andreatalking) pero…

También le metí (le meto) a la filosofía. A mi (nuestro) amado Savater. Las preguntas de la vida, o las respuestas más obvias del mundo pero que nadie obtiene porque no se detiene a pensar. Este tipo me gusta y adoro cuando se refiere a mí (o a ti) como “querido lector”. También me encanta la practicidad con la que escribió los textos para Amador. Es un cerebrito bañado en miel. Eso es.

Una vaina rara de estos (interminables) días de crisis, es que la Coca Cola me sabe simple y el Nestea me sabe a gloria. Esto me duele porque extraño como la Coca Cola me hacía sentir. Ni siquiera el Nestea, tan delicioso, acido y frio, me hace sentir como la Coca Cola lo hacía. El Nestea siempre fue mi resuelve, pero nunca mi legal. Jamás. Amo tanto a la Coca Cola, que recuerdo una vez que vi una camisa, arrechísima, de una publicidad cincuentera de Pepsicola y no me la compré porque lo sentí como traición. Era bien bonita y escotada y no me arrepiento.

Hoy payita y yo fuimos al psiquiátrico. Triste. El seguro social, como casi toda vaina aquí, está en terribles condiciones. No hay medicamentos suficientes, ni aire acondicionado y todos los pasillos huelen a orine, y que yo sepa, el único lugar que debe oler a orine es un estadio. Así que, Chávez, corruptos y otros implicados: ¡Respeten!

Mierda, llevo que si dos horas escribiendo (con dolor de cabeza, ya voy a parar mamá) y todavía la película sigue… Ni el Paciente Ingles. Acabo de prender mi celular, y (JAJAJA) no tengo ni un mensaje ¿Así de nula? #Buldae’gafa. Ese sería el hashtag que utilizaría en Twitter. Lo extraño. Por ejemplo, lo utilizaría para contar como mi torpeza y descuido habitual me hicieron guardar, hace unos días, un chocolate derretido y… bueno fue así:

Abro la nevera…

¡Woho! Chocolate rico rico rico. Veré Betty la fea comiendo chocolatito con el dedo.

Camino, camino, camino… Me acuesto, me arropo…. Suspiro… Abro el frasco y huele horrible. Leo en la tapa “TODO AJO”. Me llevo la tapa a la nariz y aspiro… vuelvo a aspirar… Suelto la tapa. Tomo el pote, introduzco mi dedo índice y lo chupo con miedo…

¡Coño de la madre, esto sabe a puro ajo!

Tuve que botar el Chocolate entero (Y el perol también, ¡PA QUE SEA SERIO!) Conclusión: Quise tuitear lo que me paso y no pude.

Le estoy mandando un mensaje a Andreita. Cierto, se le cayó el BB a la poceta y esta incomunicada. Hoy escuché el nuevo CD de Caramelos de Cianuro y, de panita y todo, no me gustó. Prefiero recordar la voz de Asier gritando ninfomaníaca y explicando que pasa cuando cuenta una a una las estrellas. No las oiré más, no innovo en lo absoluto. Sanitarios, el ultimo Polvo, las Estrellas, Ninfomaníaca: Eso si es pasión. Para compensar, escuché todo el dia a Miguel Bose. Lo amo.

Qué alivio poder escribir de nuevo. He tenido ideas para cuentos… pero los postergare. Capaz empiece un diario virtual. Capaz lo publique. Capaz publique esto. A dormir.

MARIELISA