martes, 6 de julio de 2010

¿Qué desea?

A mi prima Stephany:


-¿Qué desea?- preguntó el muchacho risueño, mientras limpiaba un vaso de cristal con un paño blanco.


La noche del 8 de octubre del 2009, Virginia estaba sentada en la barra de un bar, en la planta baja de su edificio. Uno de los locales mas cutres de Caracas, situado al lado del hotel Rey frente al Millenium Mall. Una bulla insoportable se expandía a su alrededor. El baúl de la salsa retumbaba las cornetas del equipo, las risas de un grupo de personas se proyectaban estruendosas y los gritos de un borracho no la dejaban escuchar la voz del cantinero.


-¿Cómo?- preguntó Virginia arrugando la cara.

-¡¿Qué que desea?!- repitió el cantinero inclinándose hacia ella.


Coño, ¿qué deseo? pensó Virginia. Hace 1 año, deseaba obtener un cupo para estudiar medicina en la Central, pero ya se resignó a que en unos meses comenzaría a estudiar farmacia en la Santa María. Hace 6 meses, deseaba que Manuel se la llevara de vacaciones a Argentina con él, pero ya se resignó a que si no la había llamado hasta entonces, significa que no llamaría nunca. Hace 3 semanas, deseaba no haber estado tan borracha como para terminar ensartada de boca y vagina por los miembros de dos vecinos: “Pero ya me resigné, soy la puta del edificio”.


-No ser tan pajua – respondió varios minutos después.


El muchacho se había alejado para atender un señor recién llegado. Con un destapador Polar, le quitó chapa a una verde y se la entregó al hombre, éste se acerco a Virginia y pronunció con seguridad.


-La pajuez no se quita, eso es algo que nos dio papa Dios a todos los venezolanos- tomó un trago- lo que puede hacer, señorita, es ponerse a beber conmigo, que eso también no los dio papa Dios, el gusto por la bebida.


-Échate un trago mi reina- dijo el cantinero ofreciéndole un vaso de vodka a la muchacha –te invitamos nosotros.

-No puedo. Precisamente la bebida es la que me tiene jodida- dijo Virginia mientras jugaba con sus llaves.

-Pero toma chica- ofreció otra vez el señor, sonriente- uno nada más.


Cuando se lo habría de contar a su amiga, Virginia no recordaba porque aceptó aquel trago de vodka. Después de haber bebido sintió un cosquilleo en la garganta, sus manos temblaban y la lengua se le durmió. Lo último que recuerda fue la risa burlesca del cantinero y la mano del otro apoyada sobre su hombro desnudo.


Virginia intentó levantarse de la butaca, pero el hombre la tomó por la cintura y la sentó de nuevo. Comenzó a besarla en la boca y el cuello, mientas estrujaba todo su cuerpo por encima de la ropa. Minutos mas tarde, revisó sus bolsillos y encontró las llaves con las que estaba jugando anteriormente.


-¿Dónde vives tú?-le susurró el cuarentón a Virginia.

-En este edificio- dijo sudada y temblorosa- en el piso 6.


El hombre se acercó a la barra, le dio 200 bolívares al camarero y se retiró con la muchacha tomada de la mano. Para entonces aquella no era Virginia, sino un objeto dispuesto para el uso y disfrute de cualquiera. Días después, Virginia se encontraba llorando en su cama deseando nunca haber entrado a aquel bar.

3 comentarios:

  1. No sé porqué, pero me recuerda a una compilación de cuentos contemporáneos de venezolanos que leí hace algún tiempo. Es que la decadencia caracteriza a los cuentistas de este país desde hace más de un siglo...
    Me gusta la sinceridad con la que cuentas la desgracia y, sin embargo, me queda la duda de si el cuento se trata de la vida de tu prima. No la conozco, por supuesto, pero por algún motivo pensé que el cuento sería para ella. Disculpa mi falta de imaginación.
    Qué desgraciada Virginia. ¡Pobre!

    ResponderBorrar
  2. HOLA Q TAL, ME GUSTO TU BLOG, ES MUY DIFERENTE E INTERESANTE... DE VERDAD!!! ES UNA PROPUESTA MUY COOL Y TE VOY A SEGUIR, ESPERO QUE VISITES MI BLOG Y ME DES TUS IMPRESIONES TAMBIÉN!!! SALUDOS, ESTAMOS EN CONTACTO

    ResponderBorrar
  3. pobre virginia, bueno, no se si seguirá llamándose virginia jajaja... (mentira) bueno lo peor de esto es que he escuchado esta historia en la vida real, y de verdad casi rememoré aquella tarde, cuando la vi, lo primero que hizo fue invertir su labio, y rebosar sus ojos de lagrimas, los estrujo y dejo caer su llanto en mi hombro... Dios Marielisa! estudia cine por favor! un beso!XD

    ResponderBorrar